martes, 2 de junio de 2015

Vías de escape...

En algún momento, todos padecemos los típicos efectos de trabajar demasiado (estrés, cansancio, fatiga...)
Pues os traigo un consejillo: buscad vuestra vía de escape, ya sea pintar, dibujar... La mía es la música y la verdad que va genial.
Cuando llego a casa cansada de todo el día, enfadada, triste... me pongo cómoda y empiezo a tocar mi piano, y se me pasan todos mis males. O simplemente, ponerme a escuchar música y desconectar de todo. Y hacer eso es lo que me ayuda cada día a seguir adelante.
Pepita Grillo

El Elemento H (II)

Curioso lo que nos ocurre en el amor, cuanto más queremos que llegue y nos enamore hasta las trancas, menos llega y más calabazas nos dan, y cuanto menos queremos que llegue y más independientes nos sentimos, más nos llegan los hechizos y más acaramelamientos se nos vienen encima...
¿ES QUE NO HAY FORMA DE PONERSE DE ACUERDO?

Y a quien no le haya pasado algo parecido, es que ha tenido mucha, pero que mucha suerte en el arte de amar (o no se ha comido un rosco en su puñetera vida). Oye, pero que es verdad, que una que ya ha asimilado una gran ruptura, tiene asegurada una estabilidad sexual sin compromiso y publica a los cuatro vientos ¡Qué bien me sienta ser soltera!... todo se desmorona. Pues con la Policía hemos topado.  

Y ahora, ¿qué se supone que debo hacer? Entonces es cuando me dejo llevar por mis instintos, por mis impulsos locos que me llevan a mil y a una partes, a su boca, a sus manos, a sus ojos con esa mirada que me hace temblar... a esas manos que conocen y reconocen mi cuerpo y cada escalofrío... a esos gruñidos y gemidos en medio de la oscuridad, donde sólo estamos él y yo, yo y él.... Y me emborracho de él unos días y luego llega la resaca... oh, sí, esa resaca dulce de lo que pasó con nuestros cuerpos, que recuerda el éxtasis y su olor... y se me eriza la piel de nuevo... Pero... ¿es todo eso sólo eso, sólo sexo? No, ambos sabemos que no, que hay más, que hay complicidad y silencio, que hay ternura y risas, que hay lo que nunca dejó de haber... Y se agolpan esas malditas dos palabras en mi boca, queriendo salir a topetazos, y soltarlo a bocajarro, pero no... no debo, no deben salir, pues ya salieron dos veces con él y dos veces tuve que volver a tragarlas... y quizá, quizá es la confianza y la costumbre, el estar día si y día no con él lo que me lleva a decirlo e incluso sentirlo... y mi anhelo por creer escuchar que lo dice, y el esperar que lo haga me lo enloquece y entristece a la vez, porque sé a ciencia cierta que no va a llegar ese momento... y entonces...

Y entonces aparece por enésima vez otro que me busca y me rebusca, que sólo quiere de mí aquello que estoy dispuesta a darle, así, sin sentimiento ni nada, como quien habla de comprar tomates o de ir a nadar a la playa. Conversaciones bien subidas de tono que escandalizarían a la mismísima Carmen de Mairena (por lo bien brutica que es, más que nada) y quedamos una tarde y casi pierdo el Norte... y querer quedar otra vez para perder el Norte por completo. Por que es canalla, porque es niño grande, porque es el mismísimo Diablo en la piel de un hombre... y ¡qué hombre, por favor! Y aunque sólo sea por una vez, no me quedaré sin probarle..

Pero... de repente... todo parece cambiar... Entra en escena alguien completamente nuevo, con un corazón puro y sin secuelas emocionales... Y me lo quiere dar A MÍ... A quien ya casi su corazón está muerto, a quien desconfía de todos y por todo, a quien ya no sabe si le quedan fuerzas para luchar... A quien cree que no merece la pena que luchen por ella... Y entonces me da un beso de esos que te roban el alma y su olor... su olor me recuerda y me lleva a mi hogar, y su sonrisa se convierte en las favoritas de mi vida... Y quizás ha llegado la hora de gastar la última bala...


Bolet